Hace ahora algo más de 100 años, un científico alemán le escribió una carta a una compañía norteamericana que fabricaba jabón entre otras cosas, y al hacerlo cambió súbitamente la manera en la que el mundo occidental cocinaba su comida. La compañía productora de jabón, Procter & Gamble, compró la idea del científico, y así fue como nació Crisco. En ese momento de la historia, las personas utilizaban grasas de origen animal en forma de manteca o mantequilla para cocinar. Y aunque Crisco fue formulado para parecerse a la manteca y ser cocinado como manteca, en realidad no tenía nada que ver con esta. El resto de la historia, como se relata en The Atlantic, es un éxito absoluto del marketing y la publicidad por encima de la realidad. Para hacer la historia corta, debido a que las afirmaciones que se hacían en la publicidad en aquel entonces no estaban tan reguladas como hoy día, Procter & Gamble afirmaban que su producto con base vegetal (conocido actualmente como aceite vegetal hidrogenado) era más saludable que las grasas de origen animal, ¡y los consumidores lo creyeron!
Ha costado más de 90 años que los investigadores finalmente descubrieran que este nuevo compuesto que supuestamente era “mejor para usted”, y que actualmente conocemos como grasas trans, en realidad aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas. Numerosos estudios han confirmado que el consumo de grasas saturadas no está relacionado con las enfermedades cardíacas. Al contrario, parecen estar relacionadas con una mejora en la salud cardíaca y una disminución en el riesgo de enfermedades cardíacas. Como se indica en el artículo de The Atlantic:
“Se estima que por cada aumento de un dos por ciento en el consumo de grasas trans (que aún se encuentran en muchos alimentos procesados y comida rápida) el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca aumenta en un 23 por ciento. Por sorprendente que parezca, el hecho de que las grasas de origen animal representen el mismo riesgo no está respaldado por la ciencia.”
El mito que dice que las grasas saturadas causan enfermedades cardíacas ha dañado sin duda a un gran número de vidas en las últimas décadas. Aunque probablemente empezó como una estrategia de marketing para apoyar el uso de Crisco, esta creencia equivocada comenzó a solidificarse a mediados de la década de los 50 cuando el Dr. Ancel Keys publicó un artículo comparando el consumo de grasas saturadas con la mortalidad por enfermedades cardíacas. Keys basó su teoría en un estudio realizado en seis países, asociando el alto consumo de grasas saturadas con altas tasas de enfermedad cardíacas. Sin embargo, Keys convenientemente ignoró la información de otros 16 países que no encajaba con su teoría. Si hubiera elegido otro conjunto de países, la información habría demostrado que aumentar el porcentaje de calorías provenientes de la grasa reduce el número de muertes por enfermedad coronaria. Y, si se hubiera incluido la información de los 22 países que había disponible en aquel tiempo, el resultado hubiera sido que aquellas personas que consumen el porcentaje más alto de grasas saturadas tienen el menor riesgo de enfermedades cardíacas. Desafortunadamente, la idea de que las grasas saturadas son malas para el corazón se ha vuelto tan arraigada en la comunidad de la salud que es muy difícil romper esta barrera de desinformación. Aun así, el hecho en cuestión es que la relación entre las grasas saturadas y las enfermedades cardíacas es sólo una hipótesis que no está respaldada.
Pero, una vez descubierto de dónde proviene el mito de las gratas saturadas, que además cometamos con más detalle en este otro artículo, veamos porqué son necesarias las grasas saturadas para el organismo. Algunos profesionales como el Dr. Mercola incluso afirman que para tener una buena salud se deben ingerir al menos entre un 50 y un 70 por ciento de las calorías diarias provenientes de la grasa saludable. En el caso de las grasas saturadas, estas se encuentran principalmente en la carne, los productos lácteos y los aceites tropicales como el Aceite de Coco.
Las grasas saturadas de fuentes animales y vegetales proporcionan una fuente concentrada de energía en la alimentación y brindan los necesarios bloques de construcción para las membranas
celulares y una amplia variedad de hormonas. Cuando se ingieren como parte de la alimentación, aumenta además la sensación de saciedad disminuyendo la absorción. Además, las grasas saturadas actúan como transportadores de importantes vitaminas solubles en grasa como la A, D, E y K. Las grasas alimenticias también son necesarias para conversión de caroteno a vitamina A, la absorción mineral y para otro gran número de procesos biológicos. Las grasas saturadas son el combustible esencial para el corazón y también son utilizadas como combustible durante el consumo de energía, ya que pueden metabolizarse directamente en energía. De hecho, el propio corazón está rodeado de grasas saturadas. Además, las grasas saturadas actúan como agentes antivirales (ácido caprílico), ayudan a disminuir los niveles de colesterol malo (ácidos palmíticos y esteáricos) y modulan la regulación genética y ayudan a prevenir el cancer (ácido butírico).Recuerde que el organismo necesita de grasas saludables, mientras que al mismo tiempo sufre con todas las variedades que no son saludables. La mejor manera de acertar con las grasas es símplemente eliminando los alimentos procesados, que contienen altas cantidades de cosas dañinas para su salud como azúcar, carbohidratos y grasas peligrosas. Y no se deje engañar por los trucos en las etiquetas que ocultan el contenido de grasas trans: En los últimos años, muchos fabricantes han quitado las grasas trans de sus productos. Sin embargo, la FDA permite que los fabricantes de alimentos puedan añadir casi cualquier ingrediente que tenga menos de 0.5 gramos por porción. Así que mientras un producto puede afirmar no contener grasas trans, podría ser que en realidad contenga hasta 0.5 gramos por porción. Si usted se come varias porciones, estará ingiriendo una cantidad dañina de grasas poco saludables.
De manera que para evitar realmente las grasas trans, necesita leer la etiqueta y asegurarse que contenga 0 gramos de grasas trans. Chequee los ingredientes y busque «aceite parcialmente hidrogenado». Si el producto tiene este ingrediente, entonces contiene grasas trans.
Además de eso, estos consejos pueden ayudarle a ingerir las grasas adecuadas para su salud:
Important!
- Utilice mantequilla orgánica (preferentemente hecha con leche cruda) en lugar de margarinas y aceites vegetales. La mantequilla entera es saludable pero ha recibido mala reputación no justificada.
- Utilice Aceite de Coco para cocinar. Es mucho mejor que cualquier otro aceite para cocinar y está repleto de beneficios para la salud. Recuerde que el aceite de oliva, muy beneficioso también, debe ser utilizado siempre frío, y como aderezo de ensaladas, pescado o cualquier otra finalidad, pero no debe cocinarse con él.
- Para completar el consumo de grasa que necesita, asegúrese comer grasas crudas como la del aguacate, productos lácteos crudos, aceite de oliva y también tome una fuente de grasas omega-3 de origen animal y de alta calidad, como la existente en el pescado.