En un estudio publicado en Nutrición Hospitalaria en 2008, el departamento de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, y el Instituto del Frío, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) analizaron en detalle los usos actuales y propuestos de los ácidos grasos de cadena media (AGCM – MCFA) como los contenidos en el Aceite de Coco y obtuvieron interesantes resultados. El estudio completo puede consultarse aquí.
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El resumen del artículo es el siguiente:
Los ácidos grasos de cadena media (AGCM) contienen entre 6 y 12 átomos de carbono y son digeridos, absorbidos y metabolizados de manera distinta que los ácidos grasos de cadena larga (AGCL). En este trabajo se revisan algunas de las utilidades potenciales y reales de los AGCM y su papel en la salud. Por ello, se utilizan en nutrición enteral y parenteral debido a la buena absorción que presentan; y en fórmulas lácteas en niños prematuros para mejorar la absorción de calcio. AGMC han cobrado un gran interés especialmente por su posible papel en el tratamiento y prevención de la obesidad. Al ser más hidrosolubles, no se incorporan a los quilomicrones y se acepta que no participan directamente en la lipogénesis. Son capaces de incrementar el efecto termogénico de los alimentos y en su metabolización elevan la formación de cuerpos cetónicos con el consiguiente efecto anorexígeno. No obstante, se requiere ingerir cantidades elevadas de AGCM para obtener efectos significativos en la reducción de peso. Los efectos sobre el metabolismo lipoproteico son controvertidos. Así, aunque parecen disminuir la respuesta trigliceridémica postprandial, los resultados no son uniformes respecto a sus efectos sobre la rigliceridemia y colesterolemia. A pesar de ello, se diseñan cada vez más productos en los que se incorporan grasas con AGCM para el tratamiento de la obesidad y sobrepeso, habiendo sido considerados por la ADA como componentes “GRAS” (Generally recommended As Safe). Son necesarios estudios a más largo plazo para garantizar la utilidad del consumo de estos compuestos, particularmente en el tratamiento y prevención de obesidad.
Pero veamos en detalle algunas de las afirmaciones más interesantes del estudio, empezando por recordar su defición y qué relación guardan con el Aceite de Coco.
Los triglicéridos de cadena media (TGCM) contienen ácidos grasos saturados con una longitud de 6 a 12 carbonos, como son el ácido caproico (C6:0), el ácido caprílico (C8:0), ácido cáprico (C10:0) y ácido laúrico (C12:0). Si bien el ácido láurico presenta propiedades intermedias entre los AGCM y los ácidos grasos de cadena larga (AGCL). Se encuentran en algunos aceites como el de coco o el palmiste, cuyo contenido en ácidos grasos de cadena media (AGCM) supera el 50% del total de ácidos grasos, y en una pequeña proporción en otros productos naturales.
Los AGCM tienen propiedades fisicoquímicas y metabólicas muy diferentes a los ácidos grasos de cadena larga (AGCL), como se presentará más adelante, y se consideran grasas no convencionales. Los TGCM, han sido empleados como fuente de energía en nutrición clínica, y se han propuesto para su uso tanto en nutrición oral como enteral, cuando la digestión, absorción, transporte o metabolismo de los TGCL está disminuida, en alimentación parenteral cuando se requiere una fuente rápida de energía, o en estados catabólicos como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida y cáncer. Así, se utilizan en casos de insuficiencia pancreática, malabsorción de grasas, deficiencia en el transporte linfático de quilomicrones e hiperquilocrinemia severa. También son de utilidad como componentes dietéticos en el tratamiento de la epilepsia infantil. Por otro lado, se ha demostrado que los TG que componen la leche materna pueden ser hidrolizados más eficientemente por el recién nacido si contienen en posición uno o tres un AGCM, por lo que se han obtenido diversas fórmulas lácteas adicionando AGCM. Los TGCM se emplean en fórmulas infantiles para prematuros. Desde 1994, los productos alimenticios que los contienen han merecido por la Agencia de Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA, USA) la denominación de sustancia generalmente reconocida como segura (GRAS).
Sobre la Absorción Intestinal de los AGCM, el estudio dice:
La hidrólisis intraluminal de los TGCM es más rápida y más eficiente que la de los TGCL. Asimismo, la absorción de los AGCM es más rápida y más eficiente que la de los AGCL. Se sabe que los AGCM estimulan menos la secreción de olecistoquinina, fosfolípidos biliares y colesterol que los AGCL.Además, la administración simultánea de TGCM y TGCL incrementa la aparición de AGCM en los quilomicrones. Por otro lado, parece que los AGCM también podrían disminuir el apetito, como se resaltará más adelante, a través de mecanismos postabsortivos debido al incremento en los ácidos grasos libres y cuerpos cetónicos que producen.
Con resecto a la incorporación de los AGCM en hígado y tejido adiposo, el estudio subraya:
Se ha encontrado que después de un tratamiento durante tres meses con una dieta rica en AGCM, únicamente el 9% del total de estos ácidos grasos se habían incorporado en diferentes zonas del tejido adiposo. En el adipocito marrón los AGCM parecen inducir un incremento del efecto termogénico. Este incremento en las pérdidas de energía proviene de los alimentos. Se ha propuesto que el consumo de AGCM produce incremento de la oxidación lipídica y producción de calor, resultando en un balance energético negativo, lo cual promueve la oxidación lípidica y control del peso corporal aunque la ingesta energética permanezca a un nivel constante.
Y sobre la incorporación de AGCM en fórmulas infantiles para prematuros, encontramos lo siguiente:
Cuando la leche materna no puede ser consumida en cantidad suficiente por niños prematuros, las fórmulas infantiles conteniendo porcentajes elevados de AGCM (> 50%), son consideradas la mejor opción de alimentación para estos infantes. Las mezclas lipídicas de estas fórmulas contienen generalmente AGCM del aceite de coco. Estas son adicionadas para favorecer la absorción de calcio y grasa, así como para proveer una fuente rápida de energía.
Más adelante en el estudio, vemos que los autores dicen:
No es sorprendente que los sujetos obesos se benefician más de los efectos atenuantes de los AGCM que los no obesos, ya que la respuesta postprandial del colesterol resultó también reducida.
Un campo en el que parece que las utilidades son más importantes es el de la implicación en la glucemia y la resistencia a la insulina:
Parece que el consumo de cantidades moderadas de AGCM es capaz de disminuir la glucemia e insulinemia en sujetos obesos y que la glucemia postprandial es menor en diabéticos que han tomado AGCM. En estudios de tipo agudo y crónico se observa que la sensibilidad a la insulina se incrementa con AGCM, por lo que los alimentos ricos en este tipo de grasas serían recomendables frente a los que contienen más AGS de cadena larga.
Sobre el controvertido campo del control del peso corporal, los autores escriben:
Los AGCM pueden intervenir en el control del peso corporal a través de tres mecanismos principales: estimular la beta-oxidación, disminuir la lipogénesis en tejido adiposo y favorecer la formación de cuerpos cetónicos. Una ingesta de 45-100 g de AGCM produce un incremento en la concentración de cuerpos cetónicos de 700 mmol/L, es decir de dos a cuatro veces mayor que la que inducen los AGCL. En mujeres obesas se ha encontrado un paralelismo entre el incremento de cuerpos cetónicos inducido por una dieta de AGCI y el incremento de la saciedad.
En animales alimentados con TGCM se constata que la ingesta de alimento, ganancia de peso y acúmulo graso se reducen en comparación con los que reciben dietas isoenergéticas que contienen TGCL. Se cree que la pérdida de peso es secundaria a la oxidación hepática de los AGCM, la cual incrementa el gasto energético. Así, cuando se comparan en roedores dietas isoenergéticas que contienen TGCL y TGCM, se observa que los TGCM incrementan la termogénesis.
El gasto energético (efecto termogénico) tras comidas ricas en TGCM fue notablemente mayor que con comidas con TGCL en numerosos estudios en humanos, durante las 6 h después del inicio de una comida o después de las primeras 24 h.
En el hombre, los MCFA se utilizaron por primera vez a mediados del siglo XX para el control de la obesidadganancia de peso utilizando MCT han sido controvertidos. En 1958, Kaunitz y Cols señalaron de forma muy entusiasta que después de 2 meses de régimen con MCT se producía una disminución del peso corporal de 13 kg en pacientes obesos. En el segundo estudio la grasa corporal se redujo significativamente en los sujetos que ingirieron TGCM/linaza/fitoesteroles.
Estudios como el realizado por Tsuji y cols, han mostrado resultados positivos con la consecuente disminución de la grasa subcutánea en individuos con índices de masa corporal 23 kg/m2durante 12 semanas de una dieta hipocalórica conteniendo 60 g/día de AGCM respecto a la misma cantidad de AGCL. En mujeres obesas que tomaron durante 4 semanas una dieta muy baja en calorías que contenía AGCM, se observó una reducción del peso corporal, más de la masa grasa y menos de la masa magra, durante las primeras dos semanas.
Así, después de un desayuno suplementado con TGCM, al comparado con aceite de oliva o manteca, se redujo la ingesta energética en la comida.
Y por último, antes de las conclusiones admiten:
Estos AGCM están siendo incluidos ampliamente tanto en alimentos como en fármacos y cosméticos en los que se emplean como agentes acondicionantes de la piel o agentes no acuosos que incrementan la viscosidad del producto.
Los AGCM originan en metabolización cuerpos cetónicos por lo que se utilizan como alternativa dietética en el tratamiento de convulsiones de niños con epilepsia, ya que al mantener un estado de cetosis disminuyen el pH y la excitabilidad neuronal actuando como un factor inhibitorio de la actividad convulsiva en el epiléptico.
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Finalmente, en sus conclusiones dicen:
Los AGCM presentes en el Aceite de Coco constituyen una alternativa dietética muy interesante para tratamientos específicos en nutrición infantil para niños prematuros, y se utilizan para disminuir la excitabilidad neuronal en niños con riesgo incrementado de ataques epilépticos. Actualmente estas grasas consideradas como no convencionales han sido propuestas para el tratamiento y/o prevención de sobrepeso y obesidad.
En términos generales se consideran seguras (sustancias GRAS) cuando se consumen de forma moderada, pero los estudios señalan que debe aportarse al menos 30 g/día para obtener resultados sobre el peso corporal.