Claros ejemplos de la necesidad de ingerir grasas saturadas para una buena salud cardiovascular son poblaciones como los Esquimales o los Masai, cuya alimentación es rica en este tipo de grasas y, sin embargo, los índices de mortalidad por accidentes cardiovasculares son casi nulos. O la situación que se vive en Estados Unidos, que ha visto aumentar los casos de infartos y accidentes cardiovasculares al tiempo que se ha reducido la ingesta de grasas saturadas.
Lo cierto es que las grasas saturadas están siendo demonizadas desde hace varias décadas y esto se debe a dos factores claves: Por un lado, los intereses ocultos de la propia industria alimenticia. Un ejemplo de esto es la escandalosa noticia aparecida en los medios recientemente sobre la industria del azúcar, la cual pagó a científicos por divulgar estudios culpando a las grasas de los infartos y así pasar por alto la relación entre el azúcar y este tipo de enfermedades o esta otra noticia que muestra que asociaciones relacionadas con el ámbito médico y nutricional “aceptaron” dinero de Coca Cola y Pepsi para tapar sus vínculos con la obesidad.
Por otro lado, la falta de rigurosidad en la mayoría de los estudios sobre las grasas. De hecho, casi la totalidad de estudios que demonizan las grasas saturadas están realizados con grasas hidrogenadas, es decir, no han hecho distinción entre grasas buenas y grasas malas. Esto significa por tanto que dichos estudios no tienen ninguna validez a efectos de querer relacionar la grasa saturada con las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, mucha gente no profundiza en los resultados y se queda erróneamente con el titular de que “la grasa es mala”.
Sin embargo, cada vez resulta más evidente (y esto es apoyado por médicos, científicos y nutricionistas de talla mundial) que el origen de grandes patologías de este siglo como son la diabetes, arteroesclerosis y enfermedades cardiovasculares, en gran medida está en las grasas trans o hidrogenadas presentes en los alimentos procesados como la comida rápida, bollería, margarina o precocinados, etc. (El segundo y no menos importante alimento que se esconde detrás del aumento de estas patologías es el azúcar) Por todo ello, sin lugar a dudas, son las grasas trans o hidrogenadas el tipo de grasa que SI debemos evitar consumir. En este artículo especializado puedes conocer en profundidad todos los peligros de las grasas trans o hidrogenadas.
Necesitamos las grasas saturadas para vivir.
En este otro artículo del blog ya hablábamos de la necesidad de las grasas saturadas y de dónde proviene el falso mito de que las grasas saturadas son malas. Como podrás comprobar, es totalmente falso e infundado. Por lo tanto, podemos afirmar con total rotundidad que necesitamos las grasas saturadas para vivir, las cuales se encuentran principalmente en la carne, los productos lácteos y en aceites como el Aceite de Coco Virgen, cuya composición es de casi un 90% de este tipo de grasas saludables.
El corazón necesita grasas saturadas como las del Aceite de Coco para vivir, de hecho las grasas que lo rodean son saturadas (sobre todo ácidos palmítico y esteárico). Igualmente, son muy buenas para el buen funcionamiento de los pulmones y para la absorción de vitaminas y minerales esenciales para el organismo.
Por lo tanto, suprimir las grasas saturadas de la dieta es una mala opción para nuestra salud y es que estas grasas saludables – que ocupan casi el 90% de la composición del Aceite de Coco Virgen, actúan además como agentes antivirales muy poderosos (ácido caprílico), regulan el funcionamiento del sistema inmunológico, ayudan a reducir los niveles de colesterol malo en sangre (ácidos palmítico y esteáricos) y contribuyen a destruir las células cancerígenas (ácido butírico).
Otra de las grandes ventajas de las grasas saturadas de las que el Aceite de Coco Virgen hace alarde, es que se metabolizan en energía directamente en el hígado, esto quiere decir que no elevan los niveles de glucosa en sangre, lo que para los diabéticos y personas que quieren adelgazar resulta de vital importancia. En este artículo que publicamos hace un tiempo te enseñamos cómo usar el Aceite de Coco para adelgazar.
Y es que no podemos estar equivocados de las bondades de las grasas saturadas cuando el primer y más importante alimento de todo ser humano durante los primeros meses de vida, la leche materna, es rico en este tipo de grasas, las cuales protegen el sistema inmunitario con los efectos antivíricos, antibacteriano y antihongos de sus ácidos grasos…
…Y no es menos casualidad que el Aceite de Coco Virgen sea uno de los pocos alimentos que posean los tres ácidos grasos de la leche materna: caprílico, cáprico y laúrico.