El Aceite de Coco consigue despertar controversias y opiniones enfrentadas respecto a sus componentes y los posibles efectos que pueda ocasionar.
Estas especulaciones se producen, en la mayoría de los casos por falta de información, o mala información. El desprestigio hacia el Aceite de Coco ha sido constante durante algunos años sin ninguna razón ni datos objetivos. De lo que sí que tenemos datos es sobre el desorbitado aumento de la obesidad, la diabetes o enfermedades cardiovasculares, por ejemplo o de las largas listas de efectos secundarios que producen medicamentos que consumimos y que las empresas farmacéuticas nos hacen creer que necesitamos.
Grasas Hidrogenadas
Los nutrientes principales de los que se compone el Aceite de Coco son los ácidos grasos saturados como el ácido láurico, caprílico, palmítico, esteárico, entre otros. Es importante no confundir ácidos grasos saturados o grasas saturadas con con grasas hidrogenadas, que es lo que le ocurre a mucha gente. Las grasas hidrogenadas sí producen efectos secundarios negativos a corto plazo en el cuerpo humano, incluido el Aceite de Coco hidrogenado. Por su parte, las grasas saturadas como el Aceite de Coco no tienen contraindicaciones ni efectos secundarios conocidos. Las grasas hidrogenadas producen, por ejemplo problemas cardiovasculares múltiples.
Muchos médicos achacan que el consumo de Aceite de Coco aumenta el colesterol, motivo por el cual insisten en excluirlo de nuestra dieta, sin embargo, estudios demuestran que el Aceite de Coco favorece exclusivamente el aumento del colesterol bueno o HDL, y por tanto la suma de colesterol total también lo hace. A pesar de que no hay evidencias médicas que lo certifiquen, algunos expertos consideran que el colesterol siempre debe de mantenerse bajo, sin importar los valores ni diferenciar entre los dos tipos de colesterol.
La verdad sobre el Aceite de Coco
La prestigiosa web de información médica WebMD incluye al Aceite de Coco entre los alimentos sanos, sin contraindicaciones ni efectos secundarios. A su vez, el Aceite de Coco está etiquetado por la Agencia de Alimentos y Medicamentos FDA, responsable de proteger la salud pública en EE.UU, como alimento no tóxico.
Hay que apuntar, que como cualquier otro aceite, el Aceite de Coco es una grasa y por lo tanto, aporta 9 calorías por gramo, por lo que su consumo debe ser razonable, pero gracias a su composición rica en ácidos grasos de cadena media, El Aceite de Coco se metaboliza en energía en nuestro hígado, hecho que dificulta la acumulación de grasas.
Podemos afirmar que no existen casos documentados donde el Aceite de Coco haya resultado perjudicial ni haya hecho daño alguno. En contra partida, existen millones de testimonios por todas partes del mundo hablando acerca de los beneficios del Aceite de Coco. Hay hasta 10.000 publicaciones científicas diferentes donde se habla de sus propiedades curativas y numeroso artículos donde se enumeran la larga lista de beneficios del Aceite de Coco tanto para la salud como para la cosmética.
El uso del Aceite de Coco es absolutamente segura tanto por vía óptica como oral. No se conocen contraindicaciones ni efectos secundarios de este Aceite hasta la fecha (a excepción de alergias) y se considera un alimento milenario conocido en países asiáticos a su árbol como «Árbol de la vida». Prácticamente todas las poblaciones del pacífico y asiáticas incluyen el Aceite de Coco como fuente de alimento y energía y como medicina tradicional.
Debemos resaltar que este producto favorece los intereses de los países del tercer mundo y no el de las farmacéuticas, ¿serán entonces por estos intereses comerciales la causa de la campaña de desprestigio?