Es importante diferenciar qué tipo de grasa tomamos, por eso hoy vamos a hablar de las grasas vegetales. Las grasas son un nutriente que normalmente genera rechazo por su supuesta relación con el aumento de peso o del colesterol, pero no debemos olvidar que si se consumen con moderación, son fundamentales para nuestro organismo, ya que nos aportan energía, refuerzan nuestro sistema inmunológico y previenen diferentes tipos de enfermedades. Pero claro, cuando hablamos de la importancia de incluir grasas en nuestra dieta nos referimos principalmente a grasas vegetales, también conocidas como grasas «buenas».
Una buena manera de tomar grasa vegetal es mediante aceites vegetales. Los aceites vegetales son los que se extraen de las semillas de plantas como el coco o la aceituna, entre otras. Aunque ambas grasas son de origen vegetal, cada una posee unas características diferentes, tanto en sus propiedades, como en su forma de extracción, como en sus usos.
Diferencias entre el Aceite de Coco y el Aceite de Oliva
El Aceite de Coco se extrae del prensado en frío de la pulpa de los cocos, mientras que el Aceite de Oliva se extrae del prensado en frío de las aceitunas. El Aceite de Coco está compuesto por un 90% de grasa saturada, mientras que el Aceite de Oliva contiene mayoritariamente grasa insaturada. A pesar de estos valores, debemos saber que el Aceite de Coco también posee grasa insaturada del mismo modo que el Aceite de Oliva también contiene grasa saturada.
Grasas Hidrogenadas
Es importante no confundir grasas saturadas con grasas hidrogenadas. A diferencia de las grasas vegetales, las grasas hidrogenadas sí producen efectos secundarios negativos sobre el organismo.
Cuando el Aceite de Coco o cualquier otro aceite está hidrogenado se convierte en una grasa trans, que es el tipo de grasa que aumenta el colesterol LDL (colesterol malo). Cuando se habla de aceites refinados, desodorizados, mezclados, etc, no se aseguran las propiedades del aceite en cuestión.
Denominación «Virgen» y «Extra»
¿Qué aceite escoger?
Lo aconsejable es no excluir ninguno de los dos aceites de nuestra dieta. No se trata de sustituir uno por otro, si no de consumir moderadamente ambos y combinarlos según el fin.
Por ejemplo, el Aceite de Coco es una excelente fuente de triglicéridos de cadena media (MCT), por lo que se recomienda especialmente para patologías relacionadas con el sistema inmunológico, aumentar los niveles de HDL (colesterol bueno), quemar calorías, etc. Por su parte, el Aceite de Oliva es rico en ácido oleico, que previene el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, entre otras.