La Historia de Crisco
Hace más de un siglo que un científico alemán escribió una misiva a una empresa estadounidense que fabricaba, entre otras cosas, jabones. Con ello, cambió de inmediato el modo en que la sociedad occidental cocinaba sus alimentos. La empresa que producía ese jabón, llamada Procter & Gamble, adquirió la idea que proponía el científico, y, de este modo, nació Crisco, un producto que lleva 100 años usándose en la cocina, sobre todo en Estados Unidos.
El marketing de Crisco
Por aquel entonces, casi todo el mundo utilizaba grasas animales en forma de manteca o aceites densos para cocinar. Y pese a que Crisco se formuló para parecer manteca y ser usado como manteca animal, en realidad no era siquiera parecido a la manteca animal. Toda esta historia, como se escribió en The Atlantic, es un rotundo éxito de publicidad y marketing muy por encima de la realidad. Por resumir, debido a las afirmaciones que se hicieron en la publicidad del produco, que en ese momento no estaban sujetas a las mismas regulaciones que ahora, Procter & Gamble convenció a todo el mundo de que su producto de origen vegetal (que hoy llamamos aceite vegetal hidrogenado) era más saludable que las grasas de origen animal. El problema fue que ¡los consumidores les creyeron!
Casi 100 años después, los investigadores descubrieron que este nuevo compuesto, que en teoría era “mejor para su salud”, y que hoy llamamos grasas trans o grasas hidrogenadas, en realidad es el responsable de aumentar el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular.
Estudios sobre las grasas saturadas
En efecto, numerosos estudios confirman que consumir grasas saturadas no está directamente relacionado con padecer enfermedades cardíacas. Por contra, lo que parece es que están relacionadas con una mejora de la salud cardíaca y una disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares. En el mencionado artículo de The Atlantic, podemos leer:
“Se estima que por cada aumento de un dos por ciento en el consumo de grasas trans (que aún se encuentran en muchos alimentos procesados y comida rápida) el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca aumenta en un 23 por ciento. Por sorprendente que parezca, el hecho de que las grasas de origen animal representen el mismo riesgo no está respaldado científicamente respaldado.”
La teoría de las grasas saturadas de Ancel Keys
En efecto, Keys basó su teoría en un estudio que realizó en seis países, asociando erróneamente el alto consumo de grasas saturadas con unas muy altas tasas de enfermedad cardíacas. Pero la realidad es que Keys, convenientemente para sus conclusiones, ignoró la información de la que disponía de otros dieciseis países adicionales que no encajaba con los datos que pretendía demostrar. Ocurre que, si hubiera elegido otro conjunto distinto de países, la información resultante hubiese demostrado que, al aumentar el porcentaje de calorías provenientes de la grasa, se reduce el número de muertes por enfermedad coronaria. Y, para colmo, si se hubiese utilizado la toda información disponible del conjunto completo de los 22 países que tenían a su disposición, los resultados reales habrían demostrado que aquellas personas que consumen el porcentaje más alto de grasas saturadas tienen, en realidad, las menores tasas de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Infelizmente, la idea errónea de que las grasas saturadas son malas para el corazón se ha vuelto tan arraigada en la comunidad de la salud que es muy difícil traspasar esta barrera de desinformación. Sin embargo, la realidad es que la relación entre el consumo de grasas saturadas y el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, con los datos en la mano, es sólo una hipótesis que no está respaldada sin la adición de otros elementos en la ecuación.
Ahora, una vez ya sabemos de dónde procede el mito de las gratas saturadas, que además ya explicamos con mucho más detalle en este otro artículo sobre el colesterol y las grasas saturadas, veamos porqué son necesarias las grasas saturadas para el organismo.
El Dr. Mercola y las grasas saturadas
Ciertos médicos, como el Dr. Mercola, llegan a afirmar que para tener una buena salud es necesario ingerir, al menos, entre un 50% y un 70% de las calorías diarias procedentes de las grasas saludables. Cuando hablamos de las grasas saturadas en la dieta, estas se encuentran principalmente en carne, productos lácteos y aceites tropicales, tales como el Aceite de Coco.
Las grasas saturadas, tanto de origen animal como vegetal, son una fuente energética concentrada en nuestra alimentación y proporcionan bloques de construcción necesarios para las membranas de las célulasy para una amplia variedad de hormonas.
Cuando las ingerimos como parte de nuestra alimentación, se acelera además la sensación de saciedad, disminuyendo su absorción. Además, las grasas saturadas actúan transportando importantes vitaminas loposolubles como las vitaminas A, D, E y K.
Estas grasas alimenticias son además necesarias para convertir el caroteno en vitamina A, para la absorción de los minerales y para otro gran número de procesos biológicos que ocurren en nuestro cuerpo.
Las grasas saturadas son también un combustible esencial para nuestro corazón, y son además usadas como combustible durante el consumo de energía, dado que de pueden metabolizar directamente en energía de aprovechamiento inmediato. De hecho, ocurre que el propio corazón está completamente rodeado de grasas saturadas.
Otras ventajas de la grasa saturada
Por si fuera poco, las grasas saturadas actúan como agentes antivirales (ácido caprílico), ayudan a disminuir los niveles de colesterol malo (ácidos palmíticos y esteáricos) y modulan la regulación genética y ayudan a prevenir el cáncer (ácido butírico).
Recuerde: Nuestro organismo necesita grasas saludables. Sin embargo, sufre con todas las variedades de grasas que no sean saludables. Para elegir correctamente, la mejor manera de acertar con las grasas es eliminando los alimentos procesados, dado que estos contienen altas dosis de ingredientes dañinos para su salud, tales como azúcar, carbohidratos simples y grasas peligrosas.
No permita que le engañen con trucos en las etiquetas de valores nutricionales que, en realidad, ocultan el contenido de grasas trans: Durante la última década, numerosos fabricantes de alimentos han eliminado las grasas trans de sus productos. Sin embargo, la FDA permite a los fabricantes de alimentos poder añadir casi cualquier ingrediente que tenga menos de 0.5 gramos por porción. De modo que, mientras un producto puede parecer no contener grasas trans, podría, en realidad, contener hasta 0.5 gramos por porción. Si usted se come varias porciones, estará ingiriendo una cantidad dañina de grasas que son muy poco saludables.
De este modo, si quiere evitar realmente las grasas trans, debe leer la etiqueta y asegurarse que contenga 0 gramos de grasas trans. Verifique los ingredientes y busque cosas como «aceite parcialmente hidrogenado». Si el producto tiene este ingrediente u otros con nombres similares, es casi seguro que contiene grasas trans.
Consejos que ayudan a elegir Grasas Saludables:
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- Use mantequilla ecológica (preferentemente hecha con leche cruda o nata) en lugar de margarinas y aceites vegetales. La mantequilla entera es saludable pero ha recibido mala reputación no justificada.
- Atrévase con el Aceite de Coco para cocinar. Es mucho mejor que cualquier otro aceite de cocina y está repleto de beneficios para la salud. Recuerde que, el aceite de oliva, aunque muy beneficioso también, debe ser utilizado siempre en frío, y como aderezo de ensalada, pescados o cualquier otra finalidad, pero no debe cocinarse con él porque se oxida con facilidad.
- Para completar su consumo de grasa, coma grasas crudas, como por ejemplo aguacate, productos lácteos crudos, aceite de oliva. Añada también una fuente de grasas omega-3 de origen animal y de alta calidad, como la existente en el pescado o en los huevos.